miércoles, 28 de abril de 2010

Milagro-Martirio

34


(Siamesas cerebrales)

Unida a ti por el abdomen,
con el pecho la cabeza y los brazos desplegados,
suspendidos sobre tu deslumbre rostro…
resulta que es el cerebro lo que nos une.
Momento indefinido entre el vuelo que se inicia
y el también comenzado aterrizaje,
escapando de ti, acercándome…
Y no podemos estar más cerca,
pues es el cerebro lo que nos une
y ahí no hay escape.
Las cinturas cosidas ya en el beso…
¡Pero es el cerebro!
Ni punto hubieses estado unida a mí
si no es por ahí.

Ay mis alas crucificadas por tus ojos…
Y es tan sólo el cerebro.
Ay mis alas, que me cazaste al vuelo,
como a mosca se caza, me cogiste,
como un juego…
Era sólo el cerebro,
aunque no solo,
siamesas que fuimos, lúcidas, lúdicas.
Mis manos, las más altas ofendidas,
ya que acarician circunvoluciones cerebrales,
materia oscura que piensas luz;
pero decididas están a sujetarse
al martirio-milagro de la Resurrección,
que si no saco diez cuando tus rosas,
tus rubíes corazones
(ya que somos dos cuando siamesismo cerebral)
otro juego vendrá.
Que unida a ti por el abdomen,
te nazco por el cerebro, cual me naces,
martirio maravilloso de pensar dos.

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